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Brasil

El acto golpista de Bolsonaro muestra la necesidad de independencia de clase y de una oposición de izquierda y socialista

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febrero 28, 2024

¡Ninguna amnistía a los golpistas!

Por: Redacción PSTU Brasil

Acorralado por la sucesión de revelaciones tras la Operación Veritatis de la Policía Federal, que detalla los planes de intento de golpe en el país, Bolsonaro convocó a una manifestación en la Avenida Paulista este domingo 25 de febrero, para defenderse de las acusaciones y demostrar fuerza política.

Los números del acto, como siempre, son objeto de polémicas. El secretario de Seguridad de São Paulo, Derrite, que parece entender más de matar negros y pobres que de hacer cuentas, dio a conocer la delirante cifra de 600.000. Los dirigentes del PT incluso consideraron entre 30.000 y 40.000. El Monitor del Debate Político en el Medio Digital, grupo de investigación de la USP que viene desarrollando criterios científicos para medir multitudes, estimó 185.000 personas en el auge de la manifestación.

Sin embargo, no fue un acto pequeño o inexpresivo. Fue una movilización organizada, financiada y, como mínimo, apoyada por el aparato del gobierno del Estado, así como por los parlamentarios y el líder religioso de extrema derecha, Silas Malafaia. No obstante, movilizó a un sector importante de la pequeña burguesía y a sectores más empobrecidos y populares.

Repercusión y consecuencias

Más allá de la polémica por los números, fue un acto en el que el bolsonarismo buscó demostrar fuerza social y, al mismo tiempo, estar a la defensiva, en busca de una amnistía. Si es posible en el presente, si no en un futuro muy próximo. En este sentido, si Bolsonaro ya había dicho que su intención era tener “una foto”, este domingo consiguió varias. Una muestra de fuerza en un contexto defensivo en el que, además de las acusaciones de robo de joyas, se suma la organización de un intento de golpe de Estado junto a parte de la cúpula de las Fuerzas Armadas. De hecho, en el acto mismo, Bolsonaro incluso admitió, por primera vez en público, la existencia de tal “minuta del golpe”, tratando de argumentar que sería una medida “constitucional”.

Los principales analistas políticos, de los medios burgueses, del gobierno y de la izquierda, confían en que la manifestación no cambia el marco jurídico en el que se encuentra Bolsonaro. En otras palabras, según este argumento, si hubiese una persona en la Paulista, o un millón, eso no cambiaría el hecho de que Bolsonaro, al final del proceso, irá a la cárcel.

Este tipo de evaluación tiene dos problemas principales. La primera es que desconoce el carácter político de la Justicia y deposita toda su confianza en las instituciones de esta democracia burguesa. A estas alturas debería ser bastante evidente que la Justicia, y aquí específicamente hablando del Supremo Tribunal Federal (STF), se mueve según los vientos y los intereses de clase, principalmente los de la mayoría de la burguesía. Si hoy la disposición, reflejo de la política del imperialismo y de los sectores mayoritarios de la burguesía, es la de incriminar a Bolsonaro, mañana puede muy bien no serlo.

Incluso hoy, nada garantiza que Bolsonaro y una parte importante de los altos mandos de las Fuerzas Armadas involucrados en la intentona golpista paguen realmente por lo que hicieron. En otras palabras, la intención de Bolsonaro, de mostrar apoyo popular y negociar una amnistía para el golpismo, puede prosperar.

La segunda cuestión es que, independientemente del resultado jurídico del caso, tuvimos más de cien mil personas, especialmente de la pequeña burguesía y del semiproletariado, movilizadas en defensa del principal artífice del intento de golpe, precisamente cuando las investigaciones vienen confirmado su intención de imponer una dictadura en el Brasil. Un acto que no sólo hizo eco del lema fascista de “Dios, Patria y Libertad”, sino que, en la práctica, fue un acto de apoyo a un proyecto que defiende, por todos los poros, la intervención militar y el golpe de Estado, es decir, un cambio de régimen en el Brasil para acabar con las pocas libertades democráticas que tenemos hoy. Un acto que defendió, además, el genocidio perpetrado por el Estado nazi-fascista de Israel contra la población palestina.

La responsabilidad del gobierno Lula y de la izquierda

El gobierno de Lula deja en manos del STF el castigo parcial del bolsonarismo y de la extrema derecha golpista. No sólo no lucha frontalmente contra estos sectores, sino que mantiene vergonzosamente al frente del Ministerio de Defensa a José Múcio, un hombre vinculado al bolsonarismo y que trabaja día y noche para salvarle la cara y amnistíar a la alta cúpula golpista. Y sigue todo el guion de defensa del golpe militar de 1964, y su concepción y visión de las Fuerzas Armadas como “potencia moderadora”, por encima de los demás poderes. La “democracia” y la “libertad” defendidas por Bolsonaro y los golpistas del ’64 es dictadura.

Además, el gobierno de Lula y los sectores mayoritarios de izquierda que, lamentablemente, lo apoyan, sirven en última instancia para alimentar e impulsar el bolsonarismo. Esto se debe a que lo que mueve a este sector es precisamente la decepción y la desmoralización de lo que la población entiende como “izquierda”. Así fue con el gobierno de Dilma, pasó ahora en la Argentina con la debacle del peronismo, está pasando en Chile y, principalmente, en Estados Unidos con el inminente regreso de Trump.

El gobierno de Lula, al gobernar el capitalismo/neoliberalismo brasileño, crea las bases sociales del bolsonarismo, al mismo tiempo que no enfrenta de forma consecuente a los militares.

Al no resolver problemas estructurales más básicos, como saneamiento y, por el contrario, apostar a profundizar las privatizaciones vía las PPP [Asociaciones Público Privadas], la entrega del país o una política de subsidios multimillonarios a la industria, y sin rever ninguna contrarreforma como la laboral, que solo precariza el empleo, o la de la Seguridad Social, contribuye a esto. De hecho, el PT y el PSDB pasaron años llevando a cabo “reformas” en beneficio de los multimillonarios capitalistas. Hoy, el Marco Fiscal de Lula-Haddad, que sustituye el techo de gastos, mantiene al Brasil siguiendo la misma política de siempre, de austeridad radical para remunerar a los banqueros y fondos de inversión, manteniendo rebajados servicios públicos como la salud y la educación.

Ni siquiera los problemas vistos como prioritarios y vitrina para el cambio que representaría la derrota electoral de Bolsonaro, como el medio ambiente o la defensa del pueblo yanomami, el gobierno es capaz de resolver. Y es porque este gobierno no enfrenta a la burguesía, el agronegocio o a los banqueros, sino que gobierna con y para ellos.

Desde el punto de vista político, el acercamiento con sectores de la ultraderecha, con la inclusión de partidos que apoyaron a Bolsonaro en la base aliada, o el estrechamiento de relaciones con el gobernador Tarcísio, en lugar de dividir y debilitar a la ultraderecha, la fortalecen aún más. Tarcísio es un ejemplo flagrante: al mismo tiempo que Lula lo legitima, cambia la estructura de la Policía Militar para transformarla en una máquina más eficiente para matar negros y pobres.

Independencia de clase y oposición de izquierda y socialista para derrotar el bolsonarismo

La ultraderecha muestra que sigue organizada y movilizada, aunque haya sufrido una derrota electoral y ahora esté algo a la defensiva. Pero puede cobrar fuerza con el deterioro de las condiciones de vida de la clase trabajadora y del pueblo pobre, lo que puede ocurrir tanto por la desmoralización de la clase con esa política neoliberal llevada a cabo por el gobierno, como por la realidad internacional y los desplazamientos interburgueses.

El hecho de que el gobierno siga gobernando para la burguesía, no enfrente realmente a los golpistas y siga llevando a cabo una política neoliberal, además de profundizar la crisis y el retroceso del país, mantendrá al acecho la sombra del golpismo.

En este sentido, es un desastre la posición de sectores de izquierda que apoyan el gobierno de Frente Amplio, como la dirección del PSOL y Guilherme Boulos. El precandidato a la alcaldía de São Paulo también pronunció un discurso lamentable al ser consultado sobre el genocidio del pueblo palestino, afirmando que no era “candidato a alcalde de Tel Aviv”, para no perder el apoyo de la Faria Lima [avenida de San Pablo que concentra el poder financiero]. 

En lugar de llamar a la movilización del pueblo contra las políticas neoliberales del gobierno, como el Marco Fiscal, las privatizaciones, en defensa del empleo, los salarios y los ingresos, enfrentando al gobierno y sus políticas, continúan apoyando al gobierno, a lo sumo esbozando alguna crítica, muy “cuidadosa”, porque sino “la derecha vuelve”. La ultraderecha puede volver, y con fuerza, precisamente si esta política del gobierno Lula-Alckmin sigue prosperando.

De hecho, es necesario, más urgente que nunca, movilizarnos en defensa de los derechos y las condiciones de vida de la clase trabajadora, enfrentando el gobierno de Lula y, en el proceso, fortalecer una oposición de izquierda y socialista que pueda postularse como una alternativa realmente antisistema, contra la ultraderecha.

Es necesario fortalecer una alternativa revolucionaria y socialista que pueda proponer un cambio real en la vida de millones de trabajadores y revertir el proceso de entrega, retroceso y degradación del Brasil.

¡Ninguna amnistía a golpista!

Artículo publicado en www.opiniaosocialista.com.br, 26/2/2024.-

Traducción: Natalia Estrada.

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