Biden contra Trump: a la mayoría de los votantes no le gusta ninguno

Por James Markin – Workers’ Voice
Con la inflación y la guerra contra Gaza continuando sin fin, y Biden cada vez menos popular, el Partido Demócrata se enfrenta a una situación incómoda en las próximas elecciones presidenciales de noviembre. Los candidatos de los dos principales partidos burgueses, Biden y Trump, parecen ser igualmente odiados. De hecho, las últimas encuestas estatales -la forma por cual se deciden las elecciones presidenciales en Estados Unidos- muestran que la carrera está muy reñida. Trump, que hace cuatro años fue derrotado y aparentemente abandonado por sus partidarios capitalistas tras sus intentos cada vez más desesperados de anular el resultado de las elecciones, parece haber recuperado el apoyo capitalista y tiene muchas posibilidades de victoria.
El dolor económico verdadero perjudica la posición de Biden, no una supuesta “vibecesión”
Este sondeo parece haber desconcertado a los estrategas del Partido Demócrata y sus aledaños, que sostienen que la economía va bien y que los votantes deberían apoyar naturalmente a un titular que les ha cumplido económicamente. Los partidarios del presidente incluso han acuñado un término para esta aparente “contradicción”, llamándola “vibecesión” (Editor: “vibes” en ingles es slang que se define como “una impresión intuitiva, o la aura de sentimento de alguna cosa”) . En un artículo para el New York Times, el analista liberal Paul Krugman explicaba que, aunque según las encuestas, la gente puede calificar de positivas sus propias perspectivas económicas, sigue considerando negativas las perspectivas económicas nacionales generales, a pesar de las estadísticas económicas oficiales. Por tanto, cree que sólo es una recesión según la intuición immaterial, de ahí “vibecesión”. Esta narrativa condescendiente es, por supuesto, un intento de disimular la verdadera crisis del coste de la vida a la que se enfrentan los trabajadores de este país para que Biden pueda reivindicar una “economía positiva”.
La realidad económica a la que se enfrentan los trabajadores en Estados Unidos esta mucho menos brillante que lo que Krugman y los partidarios de Biden quieren hacer creer. Según el análisis realizado por Thomas Ferguson y Servaas Storm, los salarios reales han disminuido durante la última parte de la presidencia de Biden, ya que los aumentos salariales no han tenido en cuenta los aumentos de la inflación. Esta crisis del coste de la vida se ha sentido en muchos aspectos de la vida, pero quizá sea más aguda en el sistema sanitario, que ha caido en crisis. Una encuesta sugiere que la mayoría de la población estadounidense tiene problemas con el coste de los servicios médicos. Según el sondeo, el 60% de los encuestados afirma no recibir tratamientos médicos importantes debido a los costes, y alrededor del 20% se salta medicamentos cruciales por la misma razón.
Otro coste importante para las familias de clase trabajadora es el alquiler. Los datos sugieren que los alquileres han aumentado en general desde el comienzo de la pandemia y lo han hecho a un ritmo 1.5 veces superior al de los salarios. Puede ser que este fenómeno sea más grave de lo que parece, dado que este mes el FBI ha realizado una redada en Cortland Management, una importante empresa de alquiler con sede en Atlanta, en el marco de una investigación sobre el programa informático Real Page. El FBI alega que los arrendadores de todo el país han estado utilizando el software para coludirse y fijar precios más altos para los inquilinos.
Esta colusión, junto con la crisis de los costes sanitarios y el dolor general de la inflación, apuntan al hecho de que no hay ninguna “vibecesión”, sino que la clase trabajadora ha seguido enfrentándose a problemas de coste de la vida y a la disminución de los salarios reales, incluso cuando los beneficios y los indicadores empresariales se disparan. Esto viene a demostrar que mientras estos indicadores económicos pueden reflejar una economía que va bien para la clase dominante, la clase trabajadora de a pie sigue estando en bastante mala forma. Esto es una prueba más de que la famosa y costosa política industrial de Biden, incluida la Ley CHIPS, no ha logrado llegar a los bolsillos de las masas.
Aunque los sondeos deben tomarse con cautela, y el análisis general de los sondeos sobre grupos raciales puede ser a menudo reductivo y por lo tanto racista, los sondeos que reflejan el descontento con la economía son los que obligaron a los partidarios de Biden a inventarse la idea de la “vibecesión” en primer lugar. Aunque muchos de sus partidarios vocearon el fin de este fenómeno en enero, la crisis del coste de la vida nunca fue ilusoria y no se ha desaparecido. Esta crisis ha seguido reflejándose en las principales encuestas burguesas, incluida una importante encuesta de Gallup de esta primavera, en la que la inflación fue calificada como la cuestión más importante para los votantes, con un 55% que dijo que este problema le preocupaba “mucho”.
Frente a todo esto, Biden ha intentado hacer propaganda de sus “buenas cifras económicas” y hacer alarmismo sobre cómo una presidencia de Trump acabaría con la democracia en EEUU. Una encuesta de la Universidad de Chicago entre jóvenes sugiere que este enfoque podría ser más eficaz entre los blancos que entre los votantes negros y latinos. Mientras que la mayoría de los grupos calificaron la inflación como el tema número uno, la “amenaza a la democracia estadounidense” ocupó el segundo lugar para los votantes blancos y asiáticos/melaneses, pero no fue visto como el más importante por los votantes negros y latinos, que por su parte estaban más preocupados por temas como la pobreza, la desigualdad de ingresos, el crecimiento económico y la violencia armada.
Aunque una vez más es importante no generalizar basándose en categorías raciales amplias, esto también parece reflejarse en las encuestas nacionales, que sugieren que Biden está perdiendo su ventaja sobre Trump entre los votantes negros y latinos. Las encuestas también sugieren que el apoyo del presidente a las masacres de Gaza también le ha perjudicado entre los votantes negros. Estos datos de las encuestas se demuestran también en hechos más concretos. Por ejemplo, el mes pasado, la NAACP emitió un inusual reproche a Biden, pidiendo el fin de los envíos de armas estadounidenses a Israel.
Esta cuestión de la guerra no sólo está dañando el apoyo de Biden en las comunidades negras; la cuestión está matando a Biden de otra manera: con el segmento políticamente activado de la población. Este grupo de sindicalistas y trabajadores en ONGs es fundamental para conseguir el voto y hacer funcionar la máquina electoral del presidente. Aunque la pérdida de sus votos por sí sola podría no costarle al presidente las elecciones, la pérdida de su apoyo o al menos de su entusiasmo le costará profundamente, especialmente en los estados disputados, que son críticos para ganar la Casa Blanca bajo el sistema profundamente antidemocrático del Colegio Electoral.
La batalla legal contra Trump
Con su campaña presidencial tambaleándose, Biden y muchos de sus partidarios se han consolado con los numerosos problemas legales de Trump, evidentemente con la esperanza de que los tribunales quitarán Trump por ellos. De hecho, en un acto de recaudación de fondos para la campaña en Connecticut que tuvo lugar después de que Trump fuera condenado por 34 cargos de fraude, Biden se inclinó a mencionar varias veces las noticias del juicio, diciendo que “por primera vez en la historia de Estados Unidos, un ex presidente que es un delincuente convicto aspira ahora al cargo de la presidencia”.
Aunque, desde la perspectiva de la clase trabajadora, el procesamiento de un ex jefe de Estado con un historial tan despreciable como el de Trump es bienvenido, los tribunales han decidido, en su mayor parte, no perseguir a Trump por sus numerosos delitos contra los trabajadores. Si bien se presentó un caso contra Trump por el grave delito de agresión sexual, no ha habido ningún enjuiciamiento en el Distrito Sur de Nueva York por el incalculable número de personas que ha matado con ataques de drones, y ningún jurado ha escuchado ningún caso sobre la política de inmigración de Trump, que separó a un número igualmente amplio y desconocido de familias y arruinó innumerables vidas. En cambio, excluyendo el caso de agresión sexual, los casos legales de Trump han sido en gran medida de la variedad más insignificante, centrándose en crímenes contra las normas de la sociedad capitalista.
Un resumen completo de los asuntos legales de Trump no cabría en este artículo, pero los casos pueden dividir generalmente entre cuatro categorías: los delitos empresariales y el fraude, los delitos personales y la difamación, los delitos relacionados con las elecciones presidenciales de 2020 y los delitos en torno a secretos gubernamentales. Aunque los demócratas han depositado esperanzas en que cada categoría lleve a Trump a la cárcel o a la prohibición de presentarse a las elecciones, una investigación revela en cambio que es muy probable que ninguna de ellas va detener a Trump, o por lo menos no lo van a perjudicar antes de las elecciones.
La primera categoría, por fraude y delitos empresariales, dio lugar a una sentencia contra Trump en un tribunal del estado de Nueva York el año pasado. Aunque el juez impuso importantes multas a Trump y a sus empresas, parece improbable que este asunto afectara de manera grave su carrera hacia la Casa Blanca. Del mismo modo, los delitos relacionados con la vida personal de Trump no han parecido ser el salvavidas que Biden podría haber esperado. Aunque un juez dictaminó que Trump era culpable de violación, y su condena por 34 delitos graves de falsificación de registros empresariales para ocultar una aventura fue noticia, no está claro que Trump tenga que enfrentarse a penas de cárcel significativas por estos casos. Esto es especialmente cierto porque puede seguir aplazando cualquier castigo que reciba a través de la apelación hasta después de ser potencialmente elegido presidente.
La segunda categoría, el procesamiento de Trump por retener documentos clasificados una vez finalizado su mandato como presidente, ha resultado ser de alguna manera incluso menos peligrosa para Trump. Aunque este caso puede ser una violación de la ley, como socialistas no tenemos ningún problema con la exposición de secretos de Estado. No obstante, Trump parece haber evitado el peligro con este caso cuando una jueza leal a él fue nombrada para supervisarlo. Los informes sugieren que este juez, Aileen Cannon, ha estado estancando el caso de tal manera que es poco probable que se escuche antes de las elecciones.
Esto nos lleva, por último, a los casos en torno al intento de Trump de amañar las elecciones presidenciales de 2020. A la primera vista, estos parecen ser los más graves, pero, por desgracia, también parece poco probable que derriben a Trump antes de las elecciones. El primer caso, llevado por el DOJ parece poco probable que sea peligroso para Trump ya que él estaría a cargo de esa oficina si es elegido presidente. El otro, en el condado de Fulton (Georgia), parecía el más peligroso para Trump, ya que al ser una acusación estatal en Georgia no podría recibir un indulto en caso de ser condenado debido a las duras políticas de “mano dura contra el crimen” del estado. Sin embargo, desde entonces el caso se ha visto descarrilado por apelaciones y retrasos después de que saliera a la luz la mala conducta personal del fiscal local.
En resumen, parece probable que ninguno de estos casos legales impida a Trump presentarse o ganar la presidencia en noviembre. Por supuesto, esto no es ninguna sorpresa dado el poder del Partido Republicano en el sistema judicial. De hecho, en general los tribunales siempre se ponen del lado de la clase capitalista, y los trabajadores no deben confiar en ellos para conseguir la justicia verdadera. Con los tribunales no logrando quitar Trump, y los demócratas proporcionando muy poco en el camino de una alternativa, hay una buena probabilidad de que a finales de año Donald Trump sea presidente electo por segunda vez.
Con las encuestas sugiriendo que los trabajadores en los EE.UU. desprecian en gran medida las dos opciones que les dan los principales partidos capitalistas, nunca ha estado más claro que este país necesita un partido político que realmente defienda a la clase obrera. Si bien el proyecto de construir un nuevo partido de los trabajadores en este país no puede hacerse a tiempo para evitar una segunda presidencia de Trump, construirlo es fundamental para resistir los inevitables ataques contra los trabajadores, los inmigrantes y las mujeres y minorías de género que seguirían a su elección.